La escuela está encargada de desarrollar en los estudiantes la capacidad de hablar, orientándolos hacia la producción de textos orales. Esta debe brindarles las herramientas para crecer en el lenguaje, sin dejar de lado sus experiencias y sus situaciones de vida. A pesar de ello, la escuela asume la oralidad como una acción cotidiana y coloquial, quitándole la importancia de hacer un trabajo pedagógicamente intencionado y significativo en torno a ella, el cual está estrechamente ligado a la construcción del aprendizaje.
Tradicionalmente la escuela ha dedicado gran parte de su currículo al desarrollo de la lectura y la escritura, ahorrando esfuerzos en el desarrollo de la oralidad. Trabajar el lenguaje oral en la escuela tiene el propósito fundamental de que los niños estén en condiciones para expresarse frente a un grupo, con seguridad, de manera pertinente, en respuesta a la situación de enunciación, los interlocutores y el propósito comunicativo. La escuela debe abrir espacios con el fin principal de que los niños construyan una voz y puedan hacer uso de ella de manera adecuada en espacios familiares, escolares y sociales. El desarrollo de la oralidad acerca, de una manera amena y exitosa, a los niños al mundo de la lectura y la escritura. De ahí la importancia de implementar la secuencia didáctica encaminada a desarrollar dicha oralidad en nuestros pequeños.
Esta secuencia didáctica se caracteriza, principalmente, por la narración y descripción de anécdotas, historias, cuentos, eventos y situaciones de los niños, padres y abuelos, teniendo en cuenta que la oralidad es el primer acercamiento que tiene el pequeño a las tradiciones que le brinda su entorno cultural. La oralidad representa un aporte importante al desarrollo de la cultura y se convierte en un proceso esencial para el desarrollo del aprendizaje del educando. La oralidad es un instrumento para organizar el pensamiento y para reflexionar. Esta permite a los niños un aprendizaje escolar satisfactorio y es el camino para acercarse a nuevos conocimientos.
