Un proyecto de la Secretaría de Educación de Bogotá con el apoyo del CERLALC - UNESCO
lunes, 16 de junio de 2014
Descripción y análisis de la propuesta
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>>ACCESO A LA SESION # 4
>>ACCESO A LA SESION # 5
>>ACCESO A LA SESION # 6
La Secuencia Didáctica implementada tuvo como finalidad favorecer el desarrollo de la oralidad en los niños del grado transición. Las actividades que la configuraron generaron en los estudiantes interés y expectativas frente a las intervenciones orales, ya fueran de un adulto, de ellos mismos o de un compañero par. También enriqueció las demostraciones de afecto y amor hacia otras personas, generando un ambiente de buenas relaciones.
Escuchar y narrar historias, anécdotas y descripciones se convirtió en una actividad didáctica y novedosa para el estudiante, lo cual le permitió crecer en la construcción de sus intervenciones orales dentro de un contexto escolar, que tiene en cuenta a la familia y al entorno cultural al que pertenece. Precisamente, el filósofo y educador norteamericano John Dewey resalta en su “Credo pedagógico”, el papel de la familia en la vida escolar de los pequeños, siendo la escuela una forma de vida social simplificada:
Como tal vida social simplificada, la vida escolar ha de surgir gradualmente de la vida doméstica, y ha de asumir y continuar las actividades con las que el niño está ya familiarizado en su hogar.
La escuela ha de ofrecer al niño estas actividades y reproducirlas de modo que el niño aprenda gradualmente su sentido y sea capaz de desempeñar su papel con relación a ellas […] Ello es también una necesidad social porque el hogar es la forma de vida social en la que el niño se ha criado y en relación con la cual ha recibido su educación moral. Es asunto de la escuela profundizar y ampliar su sentido de los valores concentrados en su vida de hogar (Dewey, 1977, p.6-9).
Se observó que a los padres de familia les agradó este tipo de actividades, ellos se motivaron y acompañaron a sus hijos en el desarrollo de procesos en los cuales se potencia la oralidad de los niños. Los estudiantes, a la vez, mostraron interés por las actividades que salen de la cotidianidad y son diferentes a las que normalmente se manejan en la escuela.
La Secuencia Didáctica puso en evidencia el uso oral del lenguaje formal e informal, al tiempo que educó a nuestros niños hacia un gusto por la forma y favoreció la percepción de un mensaje lingüístico.
Las primeras y privilegiadas prácticas de lenguaje a las que ingresa el niño tienen que ver con la oralidad. Desde que nacemos nos vinculamos a interacciones con los adultos, mediadas por el lenguaje oral, gestual, de señas; en esos espacios comenzamos a construir nuestra voz para participar de la vida social mucho antes de llegar a la escuela, hasta el punto que en muchos casos se piensa que cuando los niños llegan a las aulas ya saben hablar, aunque sabemos que los modos de hablar formal se aprenden allí, pues implican procesos de reflexión y de control discursivo, así como reconocer las condiciones de la situación concreta de enunciación. Esto se logra diseñando en las aulas situaciones intencionales, estructuradas y sistematizadas para construir esos elementos (Pérez y Roa, 2010, p. 23)
Así mismo, les ayudó a los niños a organizar sus percepciones, a encontrar nuevas formas de expresión, a interesarse por el mundo de las letras y, especialmente, a enriquecer las habilidades comunicativas, como son escuchar, leer, escribir y hablar. Durante la Secuencia Didáctica los pequeños manifestaron un crecimiento en el desarrollo de la oralidad, se preocuparon por mejorar sus presentaciones orales y dieron identidad y sentido de pertenencia hacia dichas actividades. Además, manifestaron mayor fluidez y naturalidad en su expresión oral, creciendo en el proceso de vocalización y entonación de la voz. De igual forma, perdieron gradualmente la timidez, dándose un lugar en el aula como sujetos comunicadores.
Una de las actividades que generó motivación y admiración por sí mismos fue la descripción de los personajes favoritos, permitiéndoles expresar oralmente las características, cualidades, acciones, actividades y situaciones de un personaje, de manera natural, logrando un buen nivel de coherencia y cohesión. Al respecto, Pérez y Roa (2010) consideran de vital importancia los “diversos tipos de prácticas formales del habla que involucren el lenguaje oral: narración, descripción, argumentación explicación” (p.31). Los niños respondieron animadamente a actividades relacionadas con sus gustos, vivencias, cotidianidad y, especialmente, con su fantasía.
Para los pequeños fue fundamental el trabajo con pares o compañeros de mayor edad, los cuales tienen mayores conocimientos. Este rol permitió que los niños preescolares mostraran capacidad de trabajo colaborativo, diversión y agrado. Establecieron buenas relaciones, mejoraron sus intervenciones orales y manifestaron afecto, valorando que los estudiantes de grados mayores escribieran lo que los pequeños decían. Este rol muestra, principalmente, la construcción de aprendizajes en ambientes colaborativos.
Ahora bien, en las actividades se observó que algunos estudiantes manifestaban poca fluidez oral: hacían sus aportes en voz baja y con poca claridad en las ideas. Es importante anotar que: poco a poco con la orientación y ayuda de los compañeros de un grado más avanzado, y de mayores conocimientos, los niños mejoraron en sus intervenciones orales. Organizaron sus descripciones y narraciones contribuyendo a una mejor reescritura de sus aportes orales. En este sentido, la docente también ejerció un papel formador y dinamizador, diferente al simple papel de entrenamiento. Ella, no sólo efectuó correcciones y mejoras, sino que –siguiendo la línea de Dewey (1977)- propició un clima enfocado a los procesos sociales de los niños.
En conclusión, la comunicación oral tiene una función formadora y socializadora al permitir que el discurso la haga crecer y que garantice su continuidad. Los niños avanzan en su expresión oral y fortalecen la construcción de su propia voz, posicionándose en un lugar dentro de la escuela, el cual les permite interactuar y posibilitar mejores relaciones con los demás, generando así condiciones para hacer de la comunicación oral un acto de expresión y reconocimiento hacia sí mismo, hacia el otro y hacia el entorno. Como aspectos básicos del lenguaje oral, Pérez y Roa (2010) consideran, entre otros: “Construir la seguridad en su propia voz: (participar en diálogos en parejas, en grupo pequeño, en mesa redonda de toda la clase)” (p. 31). La comunicación oral es un espacio social que les permite a los pequeños construir y asumir normas para participar de una manera armónica, en eventos académicos.
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